Este amor sobrenatural es uno, es el amor que el hombre recibe de Dios, pero que el hombre debe dirigir por su parte tanto a Dios como al prójimo. El amor a Dios y al prójimo van indisolublemente unidos porque se trata de un mismo amor infuso y sobrenatural, pero con dos términos diferentes: Dios y el prójimo. Dios, que pide también ser amado y correspondido en su amor y a quien ofende personalmente el pecado o falta de correspondencia; y el prójimo, a quien debemos amar con el amor con el que Dios nos ama. De estos dos, el amor a Dios es el fundamento del amor al prójimo, porque de Dios recibimos el amor con el que tenemos que amar al prójimo.El amor sobrenatural al prójimo no significa sólo amarle dándole lo que le corresponde en derecho (esto sólo es justicia), sino amarle con el amor que no se merece, y esto sólo es posible si previamente sabemos y gozamos de que Dios nos ha amado a nosotros con un amor que no merecemo. Es, pues un amor que se nutre de la fe. Por tanto, cuando amamos al prójimo con el amor con el que Dios nos ama y le amamos a él, estamos amando a Dios en el mismo prójimo, de modo que, aun cuando éste no nos correspondiera, tendríamos a Dios como última recompensa. Nunca es inútil el amor de caridad, porque siempre tiene a Dios como fin último y como recompensa. Nunca es inútil el amor de caridad, porque siempre tiene a Dios como fin último y como recompensa suprema. El amor sobrenatural al prójimo no es otra cosa que hacerle partícipe del amor con el que somos amados y amamos a Dios.
Antecedentes históricos del constitucionalismo
Hace 9 años
1 comentario:
Amamos porque Dios nos amó primero.
Al experimentar ese Amor gratuito que Él nos tiene, no podemos hacer otra cosas que amar, aun con nuestras limitaciones.
Gracias por compartir esto.
Un abrazo
Publicar un comentario