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martes, 24 de junio de 2008

Algo te está molestando...

Algo te está molestando...

Serán tus padres
Serán los políticos
Serán los peatones
Serán los que viajan en el tren y colectivo contigo
Serán los medios de comunicación
Será algún programa de televisión

Te pregunto:

¿No te molesta no hacer nada con tu vida?
¿No te molesta no ser util?
¿No te molesta no poder cambiar la vida de los demás cuando esta está mal?
¿No te molesta andar siempre a las corridas? ¿Apurado?
¿No te molesta no planificarte?
¿No te molesta organizar tu tiempo mal?
¿No te molesta no darte cuenta, estar desorientado, desubicado?
¿No te molesta no saber qué hacer porque no sabés cuál es la realidad?
¿No te molesta no saber qué libro puede ayudarte?, no saber qué libro puede enriquecerte y mejorar tu vida.
¿No te molesta no sentirte a gusto como para embellecer tus conversaciones, tus relaciones, tu propia identidad?

Seguramente ya habrás visto mensajes como este, solo que este lo escribo yo. Pero creo que un poquito lo varié. Y sabés que es lo mejor de todo, que lo escribi yo, Jorge Hugo. Sabés porqué eso es bueno, porque no solo lo escribo, pienso predicarlo (llevarlo a la práctica de mi vida). Me doy confianza a mi mismo escribiéndolo, se me aclara la cabeza. Estamos tan solos en el fondo. Necesitamos tanto de abrazar causas por las cuales nuestra vida tenga sentido. Creo que hay mucha posibilidad de error en todo esto, pero mientras más seamos los que buscamos causas, menos será la violencia. Pues la violencia de los guerrilleros y militares de los 70, vino del miedo, el miedo a perder, el miedo de que ellos mismos fueran cambiados, el miedo que da que nuestra vida no tenga sentido y buscamos darle sentido imponiendo supuestamente la solución, porque vieron, siempre, siempre, nosotros tenemos la solución, porque "logicamente", el problema no somos nosotros, es ese mundo despidado que no nos reconoce como buenos, bonitos y veraces.
Para que quede claro, si alguien como yo creyó que él estaba lisa y llanamente mal, y que tenía un problema y que había que buscar una solución, primero, luego, luego, luego...

Nuestra esencia como seres humanos, es simple, libre, feliz.
Hay que ser más simple, verse más, conocerse a uno mismo, escucharse, tranquilizarse, y descubrir por donde pasa.
Como dice el salmo 45 (46 en algunas Biblias):
"Estad quietos y conoced que yo soy Dios;
seré exaltado entre las naciones;
enaltecido seré en la tierra".

lunes, 23 de junio de 2008

Vivir de acuerdo a las estadísticas del google - por fin algo interesante, original y curioso

10-06-2008Reportaje: Living la vida online¿Cómo sería la vida si fuera como los resultados de Google?
¿Tienen que ver los resultados de búsqueda de Google con cómo está el mundo? Realizamos un frívolo pero curioso estudio de cómo salen parados algunos términos según su número de resultados.
Ni es un estudio científico, ni de ningún tipo. Se trata de ver cómo se resolverían algunas cuestiones trascendentales si, en vez de tirar una moneda al aire, nos basáramos en el número de resultados obtenidos para cada término en Google, valorando que si aparece más veces uno que otro, debe tener más importancia.
Así, comenzamos viendo que la red ofrece un futuro esperanzador, con mucho más amor (217 millones de resultados) que odio (29 millones), lo cual no quita que, a pesar de todas estas buenas perspectivas, estemos siempre al filo de la guerra (120 millones), que supera, pero no por mucho, a la paz (111 millones).
Según dicen, hay que mirar al futuro teniendo en cuenta el pasado para no cometer los mismos errores. Y parece que la Red sigue esa misma filosofía, dado que aunque prima el futuro (118 millones), el pasado queda bastante cerca (114 millones). Pero, ante todo, Internet es pragmático, así que vive claramente en el presente (147 millones).
Siendo un entorno con tanta información de todos los colores, uno podría pensar que la gente contextualiza la información y no ve las cosas blancas (98 millones) o negras (113 millones). Aunque sí que sabe diferenciar entre el bien (638 millones) y el mal (611 millones), ganando, por suerte, el primero.
Pero lo que sí queda claro es que Internet es un entorno laboral si nos tenemos que fiar de que trabajar (55 millones) es bastante más importante que descansar (8 millones).
En lo que respecta a la política, la izquierda (30 millones) y la derecha (29 millones) están prácticamente empatadas, aunque de poco les sirve, ya que se ven vapuleadas brutalmente por el centro, que obtiene una mayoría absoluta (317 millones).
En géneros, podríamos decir que la Red todavía no cumple los criterios de paridad, pero está muy cerca, ya que hombres (118 millones) y mujeres (116 millones) están casi igualados.
Pero este anti-estudio inconsecuente también puede realizarse con temas más afines en relevancia, como si los hombres las prefieren rubias (5 millones) o morenas (4 millones). Lo que está claro es que las pelirrojas no tienen tanto éxito (menos de 1 millón).
Ya puestos, descubrimos que somos claramente carnívoros, ya que nos gusta mucho más la carne (48 millones) que el pescado (9 millones).
Por último, descubrimos que una frase tan típica como "Una imagen vale más que mil palabras" no es correcta. De acuerdo con los resultados de Google, una imagen (191 millones) vale más que una palabra (64 millones)... vale aproximadamente 3 palabras.
Terra - Tecnología / Daniel V. González

sábado, 21 de junio de 2008

Querer y deber ser

LES DEBO EL AUTOR

Querer ser y deber ser
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En nuestra sociedad ha quedado grabada en la memoria de todos sus habitantes, una frase que dijera el Libertador General San Martín, cuando expresó: "Serás lo que debas ser o sino no serás nada". Sin quererlo estaba condicionando al ser humano, para un determinado desenvolvimiento social, en un momento determinado de nuestra Historia.
Marcaba de esta manera, el interés prioritario de la Sociedad, por sobre los gustos y necesidades de cada uno de los miembros que integraban dicha sociedad, impidiendo una verdadera realización de las inquietudes propias nacidas desde su interior.
Pensamiento este perfectamente correcto y lógico en un período de organización Nacional de un País. Había allí un ideal común como lo fuera la formación de una Nación.
Tiene enorme importancia la búsqueda dentro de cada uno de nosotros, sin presiones externas, de ese aspecto del crecimiento individual, no anárquico, que nos pueda llevar a la autodeterminación y la libertad de ser auténticos.
Es la maravilla de la exploración del camino a recorrer, para poder llegar al vuelo hacia la LIBERTAD que hiciera Juan Salvador Gaviota.
Pareciera imposible de racionalizar que durante tanto tiempo transcurrido en la historia de la humanidad y más aun hoy, que se ha dado en llamar la era de las comunicaciones, que el hombre no esté dispuesto a hacer ese pequeño viaje desde su cerebro hasta su corazón, para realmente saber que es lo que quiere ser. Como aun no se ha llegado a crear una verdadera Ciencia del Hombre, éste aun no conoce cuales son sus verdaderas necesidades y cuales son aquellas otras que le son impuestas desde su exterioridad. La incorporación casi forzada desde su afuera, de las cosas no deseadas, se ve facilitada por la inexistencia o debilitada libre determinación, para el verdadero querer ser en la vida diaria, y contrapuesto a su deber ser, impuesto desde todos los ámbitos que lo rodean, en la misma sociedad enferma a que pertenece.
Y no debemos olvidar que cada ser Humano es un Universo, cuya sumatoria sería representativa del Hombre Universal.
Pero no a la manera de hacer estadísticas con esa suma, sino con una interpretación de los valores esenciales que conforman al ser humano, donde deberán estar incorporadas, diferencias e igualdades, así también como el reconocimiento de aquellas cosas buenas y malas. Desde allí deberá partir la elección del lo que debemos hacer crecer y lo que debemos expulsar o suprimir desde nuestro interior.
Por ese camino estarían cada vez menos disociados el consciente y el inconsciente del ser humano, que están en constante pugna en los sueños y en las diferencias existentes entre las palabras vertidas y las acciones realizadas. Temas estos ampliamente estudiados por el Psicoanálisis, y creadoras de enormes conflictos existenciales, por sus propias ambivalencias.
Esto constituye la diversidad a partir de la cual, habrá que extraer las cosas positivas para el crecimiento del hombre y la misma sociedad.
Erich Fromm ha expresado que el carácter social de un pueblo se forma cuando el hombre medio quiere hacer lo que debe hacer. Este carácter social no es verdaderamente representativo del hombre individual y de sus búsquedas, sino que conforman el carácter adaptativo a una sociedad en la cual se trata más de sobrevivir, que de vivir, en continuo y libre crecimiento.
No responde este carácter, al mandato de la biología de que "todo lo que es, tiende a seguir siendo", pues nacen de allí permanentes frustraciones que frenan el proceso.
Se lleva a condicionar de tal manera al hombre, que le hace decir a Ibsen a uno de sus personajes, en Peer Gynt, "el hombre llega a querer hacer solo aquello que puede y debe hacer", privándolo de la hermosa aventura de exploración de la vida y de sus propias posibilidades de desarrollo, que marcan su verdadera libertad de crecimiento y posterior vuelo hacia lo posible, que por supuesto, no sea lesivo para otros seres humanos.
Pareciera que todas estas expresiones fueran tendientes a la generación de una anarquía de la sociedad. Sin embargo, como ya lo dijéramos, la masificación actual de hombres concientemente adaptados (pero con enormes rebeliones inconscientes, que salen en sus sueños y en muchas de sus acciones del diario vivir), sujetos a lo prefijado por cada uno de los sistemas implantados, va aumentando progresivamente el número de frustraciones, ya desde la misma niñez, que traen aparejadas una seria dificultad para las propias realizaciones.
El condicionamiento adaptativo, ya sea autoritario o "democrático", hecho desde el vértice de la pirámide hacia la base, solo nos otorga un equilibrio inestable, que cada tanto tiende a hacer modificaciones, muchas veces violentas, cuando se llega a extremos en la privación de la libertad para la realización humana, de acuerdo a capacidades y esfuerzos realizados.
Una sociedad futura considerará la posibilidad del hombre de desarrollarse al máximo de acuerdo a su propia individualidad, pero sabiendo siempre que es un SER SOCIAL.
En esta posibilidad de concreción de aspiraciones interiores reconocidas, en ese viaje casi nunca realizado, como ya lo dijéramos anteriormente, desde el cerebro al corazón, se conformará una sociedad con menos frustraciones que devengan en violencia, y tal vez se llegue a mostrar paralelismo entre el querer ser y el deber ser, que en el momento actual de la evolución, marchan por caminos separados, por cuanto el deber ser, frustra al querer ser.
De continuar de esta manera, la degradación del ser humano puede ir aparejada junto al crecimiento tecnológico permanente, pero ello no redundará en beneficio de la Sociedad y de nuestra especie, y aun con riesgo de la desaparición de la vida en el planeta, al cual cada vez se lo respeta menos.
La Tecnocracia puede realizar y crear todo lo que la "inteligencia"es capaz de inventar o descubrir, sin medir muchas veces, si esos inventos o descubrimientos favorecerán el mejoramiento de la condición humana. Suponemos en cambio, que la Ciencia, para ser considerada como tal, debe estar siempre al servicio del Hombre.
De allí que la misma deba estar impregnada de manera permanente, de los principios Éticos que norman el comportamiento humano, para una adecuada convivencia en la vida de relación, donde el pensamiento y las acciones del otro, también tengan validez y jerarquías como las de uno mismo, haciendo que las actuales relaciones utilitarias de la sociedad, se transformen, definitivamente en relaciones verdaderamente humanas.
Esto solo lo resolvemos mirando en el espejo y penetrando en nuestro interior con total humildad, para reconocer en él todo lo que existe, ya sea de manera conciente o aun en nuestro propio inconsciente, muchas veces totalmente ignorado, a veces de ex profeso, por cuanto al reconocer algunas cosas propias nuestras, podríamos sentirnos defraudados de nosotros mismos y tener un soberano susto.
Se deberá buscar siempre la armonía de las cuatro áreas fundamentales de la mente humana, cuales son; El intelecto, la razón, los afectos, las emociones y por sobre todas las cosas, agregando a ellos, el que el Hombre sea siempre depositario de una Ética Universal, que haga saber al mismo que es un ser social, y que no puede vivir aislado o encerrado para sobrevivir.
Nunca se podrá vivir sin el otro o los otros, pues ello conduce a la soledad y a la psicosis. También conviene recordar que la soledad, como lo dice Fromm, no es lo mismo que el estar solo, ya que esto último suele ser tantas veces creativo y productivo, al permitirnos contactar con nuestro verdadero interior para conocernos mejor.

lunes, 9 de junio de 2008

¿Cómo no calentarse con cualquier chica?

Pureza y masculinidad


El varón es tanto más masculino cuanto más se asombra de la mujer y cuanto más vive, por decir así, en su presencia. La virtud de la pureza nace de este asombro y es su respuesta lógica y natural. Pablo Prieto.


¿Quién dijo que la castidad es represiva y alienante? ¿Un psicólogo de laboratorio? ¿Un viejo sesudo y desencantado? ¿Un vicioso disfrazado de intelectual? ¿Un hombrecillo que va de machote? Desde luego el que no dice tal cosa es el auténtico varón, ese que ante una mujer guapa lo primero que le sale es un piropo. Más aún, me atrevería a afirmar que el piropo mismo, el requiebro entusiasmado ante la mujer, es una manifestación lógica de la castidad varonil, expresión espontánea y natural de un corazón bien templado.

Porque más que de castidad habría que hablar de pureza de corazón. Es una puntualización necesaria para entender qué tiene que ver el piropo en todo esto. Pureza de corazón es virtud que incluye la castidad pero va más allá. Mientras la castidad es aquella parte de la templanza que modera el apetito sexual, la pureza de corazón es la que dispone a la persona entera —cuerpo, psique, espíritu— para el amor esponsal. La castidad modera el sexo, la pureza modela el amor. Para ser casto no es imprescindible estar enamorado, para ser puro sí. La pureza entra en juego cuando se siente el amor ahí, llamando a la puerta, turbando la paz, extasiando el corazón, alterando el sentido.

No quiere decir esto que para practicarla haya que encontrarse en pleno idilio romántico, pero sí con el corazón orientado en esa dirección, ya preparándose para tal experiencia, ya reviviéndola con la memoria, ya prolongándola mediante la fidelidad. El amor erótico-esponsal siempre ha de estar de algún modo presente, si no con vistosas llamaradas, al menos como ascua latente y operativa, escondida en el rescoldo del corazón. Sólo entonces la castidad adquiere su forma perfecta y acendrada, que es la pureza.

Pero no olvidemos el “apellido” de esta virtud: la pureza es… de corazón. No en el sentido vago y trivial de esta palabra, que equivaldría más o menos a afectividad, esa abstracción que tanto gusta a psicólogos y pedagogos (¡y moralistas!). No hablamos, en efecto, de pureza de la afectividad, como si fuera una higiene y profilaxis de los sentimientos. No, el corazón a que nos referimos es el de la gran tradición bíblica y literaria de Occidente, en la cual figura como símbolo del hombre entero en su tensión amorosa, del hombre cuerpo y espíritu, tierra y cielo, carne e historia, que es tanto más hombre cuanto más ama.

En este sentido pureza de corazón quiere decir integridad conquistada y celebrada de la persona, síntesis de todas sus dimensiones alcanzada por obra del amor. ¿Qué amor? El erótico en el sentido clásico de la palabra, cuyo paradigma es el amor esponsal entre varón y mujer. Respecto a él la pureza es signo, pedagogía y fruto, y también su condición necesaria, pues sólo el puro de corazón es capaz de decir con propiedad: only you forever; sólo el dueño de sí puede aspirar al don de sí.

Ahora bien, no comprenderíamos lo afirmado al principio sobre el piropo si nos quedáramos en esta descripción general. Hay que acercarse a la existencia concreta de la persona, la cual acontece según dos formas originarias e irreductibles: varón o mujer. Hay, pues, una pureza masculina y otra femenina, o si se quiere, dos modos radicalmente diversos de vivir la misma virtud. En realidad sucede así con todas las demás (cosa que los moralistas deberían recordarnos más a menudo), pues no hay virtudes unisex, sino que todas presentan un estilo complementario; son, en el modo de practicarse y entenderse, duales. Este fenómeno da lugar a un hermoso y tácito diálogo entre varón y mujer, articulado no con palabras o gestos, sino con la conducta misma, la cual, en la medida en que es virtuosa, les hace estar constantemente en presencia el uno del otro. Aquí radica lo que podríamos llamar estética de la ética, cuyo objeto no se limita a las relaciones entre amantes, sino que se extiende al ámbito familiar y el social.

Y si esto sucede con toda virtud, ¿qué decir de la pureza? Pues no sólo es dual el modo de practicarla, sino que su objeto mismo es esta dualidad, esta complementariedad sexuada, en cuanto requiere ser cultivada de acuerdo con la dignidad de la persona. La ascética de la pureza, en efecto, es pedagogía y ejercicio de complementariedad: hace más varón al varón y más mujer a la mujer. El empeño por adecuar obras, palabras y pensamientos a la verdad de la relación, por educar los sentidos, por guardar la vista, por controlar la curiosidad, etc., acentúa —¡y celebra!— la masculinidad o feminidad del sujeto.

Y en esta perspectiva, tan rica y compleja, de la pureza complementaria es donde debemos situar lo insinuado al principio sobre el piropo. ¿Qué tiene que ver el cumplido galante con la conducta honesta, el elogio castizo con la vida casta? Pues que ambas proceden, a nuestro juicio, de la misma fuente. Son respuestas diversas a una única llamada. Ambas confiesan de modo específicamente masculino idéntica verdad, a saber: el esplendor de la feminidad en cuanto manifestada en tal mujer, aquí y ahora.

Es, en efecto, un mismo chispazo de contemplación el que provoca reacciones tan dispares: unas momentáneas y fulgurantes, otras esforzadas y duraderas. Y contemplación genuina, no un simple arrebato sentimental. Pues la auténtica contemplación se caracteriza precisamente por su tendencia a encarnarse en obras, a dejar huella indeleble en la existencia personal.

Y tal sucede con la pureza. Nace, como hemos dicho, del entusiasmo por la mujer, pero reclama una respuesta fiel a la verdad de su persona. En el corazón bien templado la belleza grita más fuerte que el imperativo categórico, la convención social o la concupiscencia. El limpio de corazón, en efecto, percibe esta belleza al modo de un postulado moral, que podría formularse del siguiente modo: “Esta mujer, precisamente por serlo, exige un reconocimiento que yo, precisamente por ser varón, debo rendirle”.

Contemplación y realismo son, pues, las notas distintivas de la genuina pureza. Porque son siempre mujeres concretas las que suscitan esta virtud en el varón; no el eterno femenino de Goethe, sino ésta o aquella con que me encuentro en la familia, en el trabajo, en la calle; la que me interpela con su donaire, su elegancia, su amabilidad, su ternura. Nunca es la pureza un velo de idealismo, de fría abstracción, interpuesto entre varón y mujer. Al contrario, es un recio y gozoso ejercicio de realismo, que sitúa al varón ante la auténtica mujer, viva y palpitante, ésa por la que vale la pena dar la vida. Rechazando lo carnal, la pureza revela lo encarnado, es decir, a la persona femenina, y la muestra en toda su hermosura.

Sí, sólo los limpios de corazón ven a la mujer real y la ven con realismo. Y por eso son los más capacitados para entusiasmarse por ella y para traducir este entusiasmo en obras.
http://www.darfruto.com/6_pureza_masculinidad.htm

martes, 3 de junio de 2008

Eso de amar a Dios y al prójimo

Este amor sobrenatural es uno, es el amor que el hombre recibe de Dios, pero que el hombre debe dirigir por su parte tanto a Dios como al prójimo. El amor a Dios y al prójimo van indisolublemente unidos porque se trata de un mismo amor infuso y sobrenatural, pero con dos términos diferentes: Dios y el prójimo. Dios, que pide también ser amado y correspondido en su amor y a quien ofende personalmente el pecado o falta de correspondencia; y el prójimo, a quien debemos amar con el amor con el que Dios nos ama. De estos dos, el amor a Dios es el fundamento del amor al prójimo, porque de Dios recibimos el amor con el que tenemos que amar al prójimo.El amor sobrenatural al prójimo no significa sólo amarle dándole lo que le corresponde en derecho (esto sólo es justicia), sino amarle con el amor que no se merece, y esto sólo es posible si previamente sabemos y gozamos de que Dios nos ha amado a nosotros con un amor que no merecemo. Es, pues un amor que se nutre de la fe. Por tanto, cuando amamos al prójimo con el amor con el que Dios nos ama y le amamos a él, estamos amando a Dios en el mismo prójimo, de modo que, aun cuando éste no nos correspondiera, tendríamos a Dios como última recompensa. Nunca es inútil el amor de caridad, porque siempre tiene a Dios como fin último y como recompensa. Nunca es inútil el amor de caridad, porque siempre tiene a Dios como fin último y como recompensa suprema. El amor sobrenatural al prójimo no es otra cosa que hacerle partícipe del amor con el que somos amados y amamos a Dios.

lunes, 2 de junio de 2008

Monólogo Sam en el Señor de los Anillos - Las dos torres

Frodo: no puedo hacer esto Sam.

Sam: lo sé. Ha sido un error. No deberíamos ni haber llegado hasta aquí.
Pero henos aquí. Igual que en las grandes historias Sr. Frodo, las que realmente importan,
llenas de oscuridad y de constantes peligros, esas de las que no quieres saber el final, porque ¿como van a acabar bien?. ¿Cómo volverá el mundo a ser lo que era después de tanta maldad como ha sufrido?.
(voces de fondo: ¡¡victoria, nuestra es la victoria!!)
Pero al final todo es pasajero. Como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba para dar el paso a un nuevo día, y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido, aún cuando eres demasiado pequeño para entenderlas. Pero creo Sr. Frodo, que ya lo entiendo, ahora lo entiendo. Los protagonistas de esas historias se rendirían si quisieran, pero no lo hacen, siguen adelante, porque todos luchan por algo.

-¿Porqué luchas tu ahora Sam?

- Para que el Bien reine en este mundo Sr. Frodo. ¿Se puede luchar por eso!.