La Sra. M definitivamente actuó de acuerdo a la mejor de las éticas judeo-cristianas: 1) uno debe hacer aquello que le gusta y que no hace daño a nadie más; y 2) uno debe abstenerse de hacer cosas que no producen placer y que molestan a otras personas. A causa del punto 1) estuvo conmigo, y por el punto 2) no te comentó ni una palabra. ¿Acaso no es esto irreprochable?
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